1) "El mundo nos falló". La iniciativa fue un fiasco financiero debido al egoísmo de los países
desarrollados
No está claro lo que el presidente entiende por el “egoísmo de
los países desarrollados”. Por supuesto, es deplorable la indiferencia total
con la que recibieron la iniciativa Yasuní-ITT algunos países, como el Reino
Unido y los Estados Unidos, que se encuentran entre los principales
contaminadores del mundo. Pero varios de ellos, especialmente Alemania, Italia,
España, Francia o Bélgica, la acogieron con entusiasmo y se mostraron
dispuestos a comprometer todos los recursos posibles en medio de la crisis más
grave de los últimos 80 años. El parlamento alemán, de hecho respaldó la
iniciativa Yasuní-ITT por unanimidad. Los cinco partidos políticos presentes en
el Parlamento votaron a favor, desde la derecha (CDU-CSU) hasta la izquierda
radical (Die Linke), pasando por los socialdemócratas, los verdes y los
liberales. ¿Es esto muestra del egoísmo y la hipocresía del mundo,
especialmente de los países desarrollados?
El Ecuador tenía dos opciones para obtener dinero por el
Yasuní: explotar el petróleo del ITT o recibir una compensación económica por
dejarlo bajo tierra. En ambos casos, los beneficios para el Estado no son
inmediatos, sino que tardan en llegar. En el caso de la explotación petrolera,
habría que esperar probablemente unos cinco años para poder sacar el primer
barril de petróleo y esperar algunos años más para que el Estado recupere la
inversión y empiece a sacar beneficios. En el caso de la iniciativa Yasuní-ITT,
las donaciones tampoco serían inmediatas, sino que se extenderían a lo largo de
un periodo de trece años, de modo que la urgencia del presidente no tiene
sentido. Se vuelve más difícil persuadir a los donantes si se multiplican los
plazos, como se lo hizo en los últimos seis años, siempre bajo la amenaza de
que si no se recaudaba una suma mínima, se procedería a la explotación del ITT.
Como lo indica Roque Sevilla,
Hay países que no pueden decidir en plazos tan cortos. Los acuerdos entre gobiernos son más complejos que una conversación entre dos personas. Convenios de largo plazo que comprometen parte de un presupuesto, generalmente deben pasar por los parlamentos. Eso demanda tiempos muy distintos a los de un acuerdo pequeño [1].
Esto explica por qué la mayor parte de las donaciones eran
compromisos y no dinero en cuenta corriente. El propio gobierno pidió que los
pagos se hicieran en diferido.
Por otra parte, si, como dijo el presidente, el mundo nos
falló al no aportar los fondos previstos en la iniciativa Yasuní-ITT, al
explotar los tres campos nosotros le estaríamos fallando al mundo. En efecto,
el gobierno repitió hasta la saciedad que la iniciativa buscaba evitar la
emisión de gases de efecto invernadero. Estaba previsto que le explotación del
ITT produjera más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, más o
menos el equivalente de la emisiones anuales de Francia, es decir una cantidad
no desdeñable. La iniciativa Yasuní-ITT reposaba sobre una doble
responsabilidad: la de los países desarrollados, llamados a hacer aportes al
fideicomiso, por ser los principales contaminadores del mundo y mantener una
deuda ecológica con los países del sur; y la del Ecuador, país pionero al estar
dispuesto a asumir su responsabilidad ambiental ante el resto del mundo,
evitando importantes emisiones de CO2. A este respecto, Roque Sevilla señala,
con razón, que:
El hecho de que los países del mundo no hayan aportado no quita la responsabilidad que nosotros tenemos sobre nuestros propios bienes. No tiene sentido alguno que nosotros dilapidemos nuestro bienes porque hay otros países que no se interesan en hacer los aportes [2].
Para terminar, enumeraremos las conclusiones de este análisis:
- Aunque los aportes concretos y los compromisos no hayan
estado a la altura de las expectativas del gobierno, la suma recaudada no es
desdeñable, sobre todo si se considera que el fideicomiso estuvo en funcionamiento apenas 3 de los 13 años previstos.
- La recaudación hubiera sido mayor si el gobierno no hubiera mantenido
constantemente la amenaza del plan B y no hubiera incurrido en una serie de
errores y contradicciones que se analizarán en la próxima entrega.
- Varios países hicieron un esfuerzo por contribuir con la
iniciativa, entre los que se destacan Alemania e Italia.
- Aunque la suma recaudada fuera poca cosa, el supuesto
egoísmo del mundo no quita responsabilidad a los ecuatorianos y las
ecuatorianas sobre sus propios bienes, que son además patrimonio de la
humanidad, ni sobre la huella ecológica que dejaría, a nivel mundial, la
explotación del ITT en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. En
otras palabras, que el mundo nos falle no significa que debamos fallarle al
mundo.
[1]
Entrevista a Roque Sevilla, El Comercio,
15 de agosto de 2013, http://www.elcomercio.com.ec/negocios/RoqueSevilla-Yasuni-ambiente-crudo-Ecuador_0_974902550.html
[2]
Entrevista a Roque Sevilla, Contacto directo, 16 de agosto de 2013,
http://www.youtube.com/watch?v=C35IfSB3Lyw, 1:43-2:01.
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