miércoles, 24 de abril de 2013

La guerra contra los sindicatos, la doctrina del shock y la resistencia al capitalismo depredador en el midwest estadounidense

La persistencia de la crisis económica, la incapacidad del gobierno de Obama para hacerle frente y las decepciones que trajo el comienzo de su presidencia provocaron una reacción conservadora de gran magnitud en las elecciones de medio mandato. En noviembre de 2010, los demócratas perdieron la supermayoría en el Senado (60 de los 100 escaños) y los republicanos arrasaron con todo en la Cámara de Representantes, paralelamente a la emergencia del Tea Party. Pero el empuje republicano se dio también a nivel de los estados. Los republicanos conquistaron gobernaciones y mayorías parlamentarias en varios estados de la unión, especialmente en el midwest, donde Obama había ganado en 2008. Los republicanos recuperaron tres gobernaciones: Ohio (John Kasich), Michigan (Rick Snyder) y Wisconsin (Scott Walker). En Michigan, los republicanos recuperaron la mayoría en ambas cámaras. En Indiana y en Ohio, obtuvieron mayoría en la Cámara de representantes y una supermayoría en el Senado (dos tercios de los escaños). Con la gobernación y ambas cámaras en sus manos, los republicanos lanzaron una ofensiva generalizada contra los sindicatos en varios estados del midwest, como parte de su campaña de demolición del New Deal, siguiendo el procedimiento que Naomi Klein llama la doctrina del shock. Lo que se juega en el midwest es importante para todo el país: los republicanos desataron su asalto contra toda forma de organización laboral en uno de los corazones industriales del país y una de las zonas de mayor influencia de los sindicatos. La superveniencia de la organización laboral y la resistencia al neoliberalismo en el país depende de la dirección que tomen los estados del midwest.


I) La doctrina del shock, midwest style


Del ataque contra el Estado de bienestar al asalto contra la democracia

Los republicanos, especialmente desde la elección de Ronald Reagan, han hecho lo posible por desmantelar cualquier rezago del New Deal aún visible en los Estados Unidos. Pero en los últimos años, desde que empezó la crisis económica, esta lucha se ha radicalizado (basta ver el programa económico de Mitt Romney, inspirado en las ideas radicales de Paul Ryan) y se ha concentrado no solo en los estados donde los republicanos han mantenido el poder, sino también en aquellos en donde lo han reconquistado, especialmente los del midwest.

El proyecto neoliberal de los republicanos busca eliminar lo que queda de regulación estatal y del estado de bienestar. Incluye recortes masivos al gasto público, sobre todo en el sector social, privatizaciones (incluyendo de la educación), reducción de impuestos a las grandes empresas y a los más adinerados, y medidas conservadoras como la restricción del acceso al aborto. Para poder llevar a cabo un proyecto tan impopular, es necesario eliminar las resistencias, es decir, entrar de lleno en una guerra contra la última forma de oposición institucional y organizada a las medidas neoliberales: los sindicatos. Tras la destrucción, en el sector privado, de buena parte del empleo industrial, altamente sindicalizado, debido a la desindustrialización del país, corolario del proceso de globalización neoliberal, la fuerza de los sindicatos se ha concentrado en el sector público (sindicatos de maestros, bomberos,  policías, enfermeras, etc.) y en los sectores de la industria que aún sobreviven, en el caso de los estados del midwest, esencialmente la maltrecha industria automotriz.

Acabar con la industria del automóvil del midwest es acabar con su mano de obra altamente sindicalizada. Por lo tanto, no debe sorprender que, cuando Obama anunció un multimillonario rescate para la industria automotriz destinado, sobre todo, a los estados del midwest, Romney se opuso. Pero no lo hizo tanto por su filosofía económica (dejar quebrar a las empresas ineficientes), sino por su hostilidad congénita a cualquier forma de organización laboral. Por lo demás, después de las elecciones de 2010, varios estados intentaron disminuir el poder de los sindicatos mediante otros medios: las leyes right-to-work (A), la limitación de la negociación colectiva (B) y, en el caso de Michigan, la ley sobre los emergency managers (C). 

A) La lucha contra los sindicatos toma muchas veces la forma de las llamadas leyes right-to-work, que prohíben la afiliación obligatoria de un trabajador a un sindicato, antes o después de la contratación. Uno de los inconvenientes de estas leyes es que los trabajadores no afiliados se benefician gratuitamente de los resultados de la negociación colectiva llevada adelante por los sindicatos. El objetivo es debilitar a estos últimos financieramente, pues no todos los trabajadores pagan las cuotas, y moralmente, pues, en ese caso, los sindicatos no pueden prevalerse de representar a todos los empleados de una empresa. El mito detrás de este tipo de ley es que debilitar a la organización laboral vuelve al estado donde se la aprobó más atractivo a las empresas extranjeras o de otros estados, lo que produce inversión, empleo y bienestar económico. En realidad, lo que estas leyes hacen es dificultar la negociación colectiva y estancar los salarios y el poder adquisitivo de la gente, sin los beneficios económicos prometidos por la ley.

En Indiana, después de un año de batalla legislativa, se adoptó un proyecto de ley right-to-work que entró en vigencia en febrero de 2012. Fue la primera ley de esa índole en ser adoptada por un estado de la unión en una década. Lo que más llama la atención era que el fenómeno se produjera en un estado con una abundante mano de obra industrial, donde los sindicatos eran muy influyentes. El caso de Indiana se volvió, pues, emblemático y sirvió de ejemplo a seguir para los republicanos de Michigan, otro gran estado industrial, que aprobaron una ley parecida a fines de 2012.

B) En Wisconsin y en Ohio no se adoptaron leyes right-to-work, pero sí otras que buscaban limitar la negociación colectiva para los empleados públicos. En Wisconsin, el objetivo de la ley era, según indicaba su título, restablecer el equilibrio fiscal del estado. Sin embargo, la lucha contra el déficit se convirtió en un pretexto para lanzar un ataque contra los sindicatos de funcionarios. En ambos estados, sendas leyes restringían para los empleados públicos el ámbito de la negociación colectiva únicamente a las cuestiones salariales, y con varias limitaciones. Quedaba prohibida la negociación colectiva, por ejemplo, en materia de pensiones y de seguro médico. En Ohio, además, se volvía ilegal la huelga para los empleados públicos. La diferencia es que la ley de Ohio fue anulada mediante referéndum, mientras que la ley de Wisconsin entró plenamente en vigencia a pesar de la fuerte oposición que despertó.

C) En Michigan, el gobernador fue mucho más allá: logró la aprobación en marzo de 2011 de la alarmante ley sobre los emergency managers, que busca cortocircuitar completamente a la democracia. Esta reforma permitía al gobernador nombrar, en caso de crisis financiera, a administradores de emergencia en los distritos escolares y los municipios del estado, con la facultad de disolver los cuerpos colegiados que los dirigen y asumir sus funciones, vender bienes públicos saltándose el procedimiento normal y rescindir cualquier acuerdo resultado de la negociación colectiva en el sector público. El poder del gobernador se vuelve desproporcionado. ¿Quién nombra a los emergency managers en caso de crisis financiera? El gobernador, con toda discrecionalidad. ¿Y quién decide cuándo hay una crisis financiera? El gobernador. Peor aún, el interventor de emergencia podía ser no solo una persona, sino también una empresa privada nombrada por el gobernador. En otras palabras, se abre el camino para la privatización de ciudades enteras. Una empresa que hiciera las veces de emergency manager recibiría el control absoluto de una ciudad, pues podría disolver su consejo municipal, privatizar la educación pública, la electricidad, el agua, y anular todos los logros de la negociación colectiva en el sector público, sin importar qué programa y qué candidatos hubieran escogido los ciudadanos en las elecciones municipales. Rachel Maddow explica con gran claridad el contenido de la ley (luego viene una entrevista a Naomi Klein; The Rachel Maddow show, 8 de marzo de 2011):



Es el sueño neoliberal hecho realidad: empresas privadas gobernando ciudades por fuera de todo control democrático. Elizabeth Warren señalaba que las grandes empresas no son personas y denunciaba que esta confusión lleva a los republicanos a querer gobernar para las grandes empresas y no para la gente: “Corporations are not people”.

Elizabeth Warren, Democratic National Convention speech, 5 de septiembre de 2012, 8:27-9:11.


En el caso de Michigan, es peor todavía, pues no solo se pretende gobernar para las empresas, sino que las empresas gobiernen.


El shock

Naomi Klein ha demostrado el funcionamiento de la doctrina del shock en las últimas cuatro décadas en su último libro, The shock doctrine. The rise of disaster capitalism. Existe un documental hecho a partir del libro, escrito por Naomi Klein y Alfonso Cuarón. El anuncio del documental explica de manera muy clara cómo funciona la doctrina del shock:


El documental completo: 


La tesis central del libro es que la aplicación de políticas neoliberales es tan impopular que se debe aprovechar una gran catástrofe, i. e., un golpe de Estado, una guerra, un desastre natural, que deje a la población en estado de shock, para poder manipularla con facilidad, convencerla de la necesidad de las medidas neoliberales y adoptarlas prácticamente sin debate, cuando la gente aún está desorientada.

En este caso, la crisis económica es la catástrofe que sirve de catalizador para la aplicación de medidas neoliberales en los estados del midwest, desde enero de 2011, cuando entraron en funciones los nuevos gobernadores y empezaron las nuevas legislaturas. El discurso que se oye es el siguiente: estamos en crisis, hay que tomar decisiones de urgencia, no hay tiempo para debatir, no hay tiempo para la democracia, no importa si la gente no está de acuerdo, de todos modos no hay opción. Este discurso se traduce concretamente por la falta de transparencia en el debate y la precipitación con que se tramitan las reformas. 

El ejemplo más paradigmático de esta tendencia es el del estado de Michigan. El día de las últimas elecciones presidenciales, también hubo elecciones legislativas para la Cámara de representantes de Michigan. Los demócratas obtuvieron más votos (una ventaja de siete puntos), pero el sistema electoral (mayoritario uninominal de una vuelta) favoreció al partido republicano, que mantuvo su mayoría. Sin embargo, los demócratas ganaron seis escaños, reduciendo la mayoría republicana, en ese momento, la más amplia que hubiera logrado el partido republicano en Michigan. Queriendo aprovechar su gran mayoría antes de que en enero de este año entraran en funciones los nuevos representantes demócratas, y temiendo que esta situación dificultara la adopción de leyes conservadoras en la siguiente legislatura, los republicanos decidieron aprobarlas en la última sesión de la legislatura saliente, la llamada lame-duck session, es decir la sesión parlamentaria que se desarrolla después de las elecciones, pero antes de que empiece la nueva legislatura. Las leyes adoptadas buscaban, por ejemplo, restringir el acceso al aborto, eliminar el equivalente del impuesto predial y reducir el peso de los sindicatos (mediante una ley right-to-work). A estas reformas se añadió una nueva versión de la ley sobre los emergency managers, que había sido derogada por referéndum el 6 de noviembre. La lame-duck session duró apenas tres semanas, en diciembre de 2012. Las comisiones encargadas de tramitar los diferentes proyectos de ley no tuvieron tiempo de convocar a audiencias públicas para socializarlos o recibir propuestas y el debate en el pleno de las cámaras fue muy escueto. 

Discutir proyectos de ley tan importantes, que implican, en el caso de la ley right-to-work, la mayor reforma laboral en Michigan desde la aprobación, a nivel federal, de la ley Taft-Hartley en 1947, ameritaba un debate mucho más profundo y reposado. Tanto en Michigan como en Indiana, los gobernadores y las mayorías parlamentarias republicanas que impusieron las leyes right-to-work tenían escasa legitimidad democrática para implementar estas reformas porque no formaban parte del programa por el que habían sido electos en 2010 (2008 para el gobernador de Indiana). Ambos gobernadores decidieron aprobar dichas leyes después de un caprichoso cambio de parecer. Además, en lo que respecta a la Cámara de representantes de Michigan, aunque la nueva legislatura aún no empezaba, las elecciones ya se habían desarrollado: un nuevo mandato popular se había hecho oír (favorable a los demócratas, que ganaron seis escaños y la mayoría de los votos, aunque no de los escaños), de modo que la legislatura saliente tenía poca legitimidad para aprobar al susto estas polémicas leyes.

En suma, como lo reconoce el premio Nobel de Economía Paul Krugman en su artículo « Shock doctrine, USA » (The New York Times, 24 de febrero de 2011, http://www.nytimes.com/2011/02/25/opinion/25krugman.html?_r=0), Wisconsin y otros estados se han convertido en la máxima expresión de la doctrina del shock. Sin embargo, la oposición a las reformas de los republicanos fue mucho más fuerte de lo esperado, aunque no siempre logró doblegar al partido republicano. Lo importante, es que queda demostrada la creciente capacidad de la gente para resistir al shock y mantenerse orientada a pesar de la crisis. Si el 2011 fue el año de la primavera árabe, de los indignados (de España a Israel), de la manifestaciones estudiantiles en Chile y del movimiento Occupy, también fue un año de gran movilización popular y de resistencia al proyecto neoliberal en los Estados Unidos, especialmente en los estados del midwest.


II) La resistencia al shock 


Las leyes antisindicales y las medidas neoliberales aprobadas por los republicanos en los estados del midwest tuvieron que hacer frente a la oposición pertinaz de los demócratas, los sindicatos y los ciudadanos de a pie. La resistencia adoptó diversas formas.


La resistencia parlamentaria 

Independientemente de los reparos que pueda provocar el partido demócrata, hay que reconocer la feroz oposición que los legisladores estatales demócratas ofrecieron a los proyectos de ley antisindicales. En Indiana y en Wisconsin, por ejemplo, los parlamentarios demócratas no tenían mayoría, de modo que recurrieron al legislative walkout: huyeron al estado vecino de Illinois para dejar sin quórum a las cámaras a las que pertenecían y bloquear así los proyectos de ley. 

En Indiana, tras las elecciones legislativas de 2010, los parlamentarios republicanos, envalentonados por sus triunfos en ambas cámaras, se sintieron con suficiente legitimidad como para empezar la discusión de un proyecto de ley right-to-work en febrero de 2011. Al ver que no podía frenar la adopción del proyecto, la minoría demócrata huyó a Illinois para dejar a las cámaras sin quórum. La presión de la minoría demócrata fue tal que el gobernador Mitch Daniels terminó pidiendo a sus colegas republicanos en las cámaras que retiraran el proyecto de reforma, pues no estaba contemplado en el programa de gobierno para su reelección en 2008, aunque personalmente apoyaba el proyecto de ley y un proyecto semejante en Wisconsin. Para fines de marzo, los demócratas habían vuelto al capitolio, una vez que los republicanos prometieron retirar el proyecto de ley de la agenda legislativa. No obstante, a los pocos meses, el gobernador cambió de parecer y renovó su apoyo al proyecto. A pesar de que los representantes demócratas multiplicaron las enmiendas para retrasar la adopción de la reforma, ésta fue aprobada por la Cámara de representantes, luego por el Senado el 1 de febrero de 2012 y promulgada el mismo día por el gobernador. 

En Wisconsin, cuando el gobernador Scott Walker envió el Wisconsin budget repair bill al parlamento, 14 senadores demócratas también huyeron a Illinois dejando al senado sin quórum. Los republicanos usaron todos los medios posibles para hacerlos volver. Los senadores republicanos multaron a los ausentes, luego ordenaron su arresto y que se los trajera al capitolio por la fuerza. Por su lado, el gobernador amenazó con despedir a 1 500 empleados públicos si el proyecto de ley no se aprobaba rápidamente. Nada hizo volver a los demócratas. Finalmente, los republicanos retiraron del proyecto de ley los aspectos fiscales (curioso para una ley que trata sobre el presupuesto del estado), lo que les permitía votarlo sin quórum, y así lo hicieron. Los demócratas, aunque vencidos, fueron aclamados como héroes por los manifestantes cuando regresaron al capitolio. 

Lo que ilustran los ejemplos de Indiana y de Wisconsin es que la resistencia parlamentaria, si bien es necesaria, pues las cámaras están llamadas a ser un espacio de discusión y de decisión donde esté representada la diversidad política del país o, en este caso, del estado, no es suficiente para frenar proyectos de ley de esta índole si no se dispone de una mayoría parlamentaria.

La movilización popular 

Los proyectos de ley antisindicales provocaron multitudinarias manifestaciones en varios estados. El gran momento de convergencia fue principios de marzo de 2011. El 1 de marzo se aprobó la ley que limitaba la negociación colectiva para empleados públicos en Ohio, el 10 una ley semejante en Wisconsin y el 16 la ley sobre los emergency managers en Michigan. Mientras tanto, el proyecto de ley right-to-work estaba en trámite en las cámaras de Indiana. Entre el 8 y 10 de marzo decenas de miles de personas protestaron contra estas reformas delante del capitolio de cada uno de estos estados, y los manifestantes incluso se tomaron el capitolio de Madison, capital de Wisconsin, y de Lansing, capital de Michigan.

Los manifestantes en el capitolio de Madison, Wisconsin


En Michigan, las masivas protestas de principios de 2011 se repitieron en diciembre de 2012, durante la lame-duck session, cuando se volvieron a aprobar leyes que habían sido derogadas por el pueblo en referéndum el 6 de noviembre de 2012. Los manifestantes se volvieron a tomar el capitolio en Lansing, capital de Michigan.

Nos centraremos, sin embargo, en el ejemplo de Wisconsin, probablemente el más emblemático de todos. El día de San Valentín de 2011, el gobernador Scott Walker envió el proyecto de ley al parlamento de Wisconsin. Al día siguiente, decenas de miles de personas se reunieron delante del capitolio en la capital del estado, Madison, para rechazar el proyecto de ley. El número de manifestantes fue aumentando día a día y el 25 de febrero estos se tomaron el capitolio y lo ocuparon por alrededor de dos semanas, acampando dentro del edificio. En este intervalo, las protestas lograron reunir en varias ocasiones alrededor de 100 mil personas, algunas para apoyar al gobernador, la inmensa mayoría para denunciar el proyecto de ley antisindical. El 26 de febrero, los manifestantes de Madison recibieron el apoyo de conciudadanos a lo largo y ancho del país, que también protestaron en sus respectivas ciudades (Nueva York, Chicago, etc.). También contaron con la compañía de conocidos activistas de izquierda, como el cineasta Michael Moore, originario del estado vecino de Michigan, cuyo gobierno también recurría a la doctrina del shock, o Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine, quien participó en un concierto en la plaza del capitolio en apoyo a los manifestantes. Estos últimos recibieron el respaldo de los sindicatos de policías y del alcalde demócrata de Madison, que ordenó a la policía municipal que ninguno de sus agentes participara en un desalojo por la fuerza de los manifestantes, y la neutralidad benevolente de la policía del estado, que los invitó en varias ocasiones a retirarse de las inmediaciones del capitolio, pero renunció al uso de la fuerza.

Fotos de las manifestaciones en Madison:




2011 Wisconsin Budget Protests 1por Justin Ormont - CC BY-SA 3.0



Madison protestpor Lacrossewi - CC BY-SA 3.0

Con todo, el parlamento de Wisconsin aprobó el proyecto de ley el 10 de marzo y, al día siguiente, el gobernador lo firmó. A fines de mes, una jueza de Wisconsin decidió sin embargo suspender la ley, acogiéndose a una de las varias demandas presentadas, alegando que la comisión legislativa encargada de analizar el proyecto no respetó sus obligaciones en materia de audiencias públicas para socializarlo y debatirlo, y porque, al contener disposiciones presupuestarias, su aprobación requería el quórum parlamentario. En los meses siguientes, las manifestaciones siguieron, en la espera de un pronunciamiento de la Corte Suprema de Wisconsin, que el 14 de junio decidió respaldar la ley y dispuso su entrada en vigencia. Tras este pronunciamiento, las protestas declinaron drásticamente. Las dos opciones que quedaban a disposición de los manifestantes eran continuar las acciones legales, esta vez a nivel federal (aunque la Corte federal de apelaciones terminó validando la ley) y recurrir a las urnas.

Las urnas

Las elecciones fueron el recurso último de los opositores a los proyectos de ley republicanos. Tres ejemplos ilustran la manera en que, a través de las urnas, se puede resistir al orden neoliberal. En un caso, el desenlace es desfavorable para los demócratas, sindicatos y manifestantes (Wisconsin), en el otro lo es parcialmente (Michigan) y en el último es favorable (Ohio). 

En Wisconsin, las protestas anti-austeridad desembocaron en revocatorias de mandato para algunos senadores y para el propio gobernador [1]. Las revocatorias se produjeron en el verano de 2011 para algunos senadores y el 5 de junio de 2012 otros senadores y el gobernador. Los senadores cuyo escaño estaba en juego eran a la vez demócratas, acusados por los republicanos de obstrucción parlamentaria por su prolongada ausencia del capitolio, y republicanos, acusados por los manifestantes de atacar a los sindicatos y la negociación colectiva. El resultado de las revocatorias fue decepcionante para los opositores a Scott Walker, quien ganó la elección revocatoria con 53% de los votos, 7 puntos por delante de su contrincante demócrata. Tras las revocatorias de junio 2012 para senadores, los demócratas obtuvieron una mayoría de un escaño en el senado. Pero de poco consuelo les podía servir: la nueva temporada de sesiones del senado estaba prevista para después de las elecciones del 6 de noviembre de 2012, cuando se renovaría la mitad del senado, pero según un redimensionamiento de los distritos electorales favorable a los republicanos. Los resultados para las elecciones federales podían ser globalmente alentadores en Wisconsin: en el estado de Paul Ryan, Obama obtuvo una ventaja de 7 puntos sobre Romney y Tammy Baldwin, representante demócrata, fue electa senadora. Sin embargo, a nivel estatal, los republicanos recuperaron el control del senado y conservaron su mayoría en la Cámara de representantes. En otras palabras, no se avizora ningún cambio significativo hasta las elecciones de 2014 para gobernador, cámara de representantes y la otra mitad del senado. 

En Michigan, el gobernador Rick Snyder logró aprobar en el parlamento la polémica ley sobre los emergency managers en marzo de 2011, al poco tiempo de entrar en funciones. Los opositores a esta reforma recogieron las firmas necesarias para convocar a un referéndum sobre la ley, que se realizó el 6 de noviembre de 2012, al mismo tiempo que las demás elecciones estatales y las federales. La intensa campaña de los demócratas, los sindicatos y buena parte de la ciudadanía, logró reunir una mayoría de 53% de los votos para derogar la ley. El margen es comparable al de la victoria de Obama sobre Romney en el estado y al de los demócratas frente a los republicanos en la elección de la cámara de representantes del estado. Sin embargo, la celebración duró poco pues, tras las elecciones, el gobernador Rick Snyder aprovechó la lame-duck session para aprobar en el parlamento una nueva versión de la ley sobre los emergency managers en el mes de diciembre, una verdadera bofetada para los electores. Curado en salud, incluyó en el nuevo proyecto disposiciones presupuestarias que impiden recurrir de nuevo a un referéndum para derogar la ley una segunda vez. En cuanto la nueva reforma entró en vigencia, Snyder nombró a un interventor para Detroit, la ciudad más grande del estado. Sin embargo, el gobernador no podía hacer oídos sordos del todo frente al pronunciamiento popular del 6 de noviembre. La nueva ley es menos extrema que la anterior: en caso de crisis financiera, los distritos escolares y los consejos municipales tendrán otras opciones a parte de recurrir a un interventor de emergencia y los municipios podrían revocar a un administrador al cabo de un año con una mayoría de dos tercios.

En Ohio, los sindicatos de empleados públicos al igual que funcionarios sin afiliación sindical, profesores, bomberos y policías, organizaron una campaña de recolección de firmas para repeler la ley de marzo de 2011 que limitaba drásticamente la negociación colectiva en el sector público. Después de aprobada la ley en las cámaras, el gobernador firmó el ejecútese el 1 de marzo de 2011. A partir de ahí, los opositores a la ley disponían de 90 días para reunir las firmas necesarias a la convocatoria de un referéndum sobre la cuestión (6% del padrón electoral, o sea alrededor de 230 000 firmas que, por lo demás, debían estar territorialmente repartidas en el estado de manera más o menos uniforme). A la campaña de los sindicatos de empleados públicos se sumaron los sindicatos del sector privado y el partido demócrata de Ohio. Los proponentes del referéndum lograron presentar las firmas antes de que venciera el plazo (el 30 de junio), con un récord absoluto: nunca se habían recolectado tantas firmas en el estado para pedir un referéndum. De las casi 1,3 millones de firmas presentadas, el 70% fueron validadas, de modo que se dio paso al referéndum, que se desarrolló el 8 de noviembre de 2011. La intensiva campaña electoral de los sindicatos y el partido demócrata logró convencer a los habitantes de Ohio, que rechazaron la ley con más del 60% de los votos, aunque la participación fue escasa, pues no llegó ni siquiera al 50% del padrón electoral. A pesar del gran ausentismo, fue una victoria contundente de los opositores a la legislación antisindical y una dura derrota para el gobernador John Kasich. 


Conclusión 

La presente conclusión retoma las ideas expresadas por Naomi Klein en una entrevista con Amy Goodman en Democracy Now (9 de marzo de 2011).


Parte I
Parte II


Klein señala que la lucha contra la convergencia neoliberal no debe regirse por criterios partidistas. Los demócratas también pueden ser hostiles a los sindicatos. En Massachusetts, por ejemplo, los demócratas, que controlan la gobernación y las cámaras, adoptaron una ley que reduce la capacidad de los empleados municipales para negociar colectivamente. El alcalde de Washington D.C., Adrian Fenty (2007-2011), mantuvo tensas relaciones con los sindicatos de maestros públicos y expresó públicamente su apoyo a Scott Walker. A nivel federal, a pesar de las promesas de campaña de 2008 y 2012, Obama también ha atacado a los sindicatos de funcionarios públicos, aunque de manera más solapada e indirecta, por ejemplo, al fortalecer el modelo de las charter schools, que privilegia la privatización de la educación, lo que provocó descontento en los sindicatos de profesores públicos, especialmente en Chicago, principal ciudad de Illinois, bastión electoral del presidente, donde se produjo una huelga de maestros a escasos días de las elecciones presidenciales de 2012. La resistencia contra las reformas neoliberales no es un problema de preferencias partidistas, es una cuestión de principios, y se la debe llevar adelante venga de donde venga la amenaza, ya sea Scott Walker u Obama.

Pero lo que también han demostrado las protestas del 2011 es que la movilización popular crea una fortísima presión sobre los demócratas, que en ese caso logran reunir suficiente coraje político para salir en defensa de los servicios públicos y los derechos de los trabajadores. Los ejemplos abundan: el alcalde de Madison que se unió a los manifestantes, los legisladores demócratas de Indiana y Wisconsin que huyeron a Illinois para bloquear la legislación antisindical, los demócratas que participaron en la recolección de firmas para convocar un referéndum sobre las leyes aprobadas en Wisconsin y Ohio y luego en la campaña de dichos referéndums. En otras palabras, las multitudinarias manifestaciones y la presión popular crearon una nueva relación entre los ciudadanos movilizados y los demócratas, una nueva forma de cooperación que permitía coordinar la acción de los legisladores demócratas y las protestas delante de los capitolios. 

El resultado de las protestas no siempre fue favorable a los trabajadores y los sindicatos. Al menos queda demostrado que mediante las multitudinarias manifestaciones y las elecciones a veces se puede ganar, como lo demuestra el caso del referéndum de Ohio, lo cual de por sí no es poca cosa. Lo que queda claro en todo caso es que la doctrina del shock se está desgastando. Muchas de las leyes ideadas por los nuevos gobernadores republicanos fueron aprobadas, pero suscitaron gran indignación en la ciudadanía, que decidió reaccionar y proponer alternativas. La estrategia que consiste en aprovechar una crisis para aprobar al apuro leyes polémicas antes de que la gente se dé cuenta de lo que está en juego fracasó. Profundizar la movilización social y mantener la presión sobre el partido demócrata puede transformar la situación de los estados del midwest en las elecciones de 2014 para empezar a contener, incluso revertir, los efectos de la doctrina del shock. 




[1] Las revocatorias de mandato en Estados Unidos difieren del caso ecuatoriano. En Ecuador, se trata de un referéndum a favor o en contra de una autoridad. Si esta pierde, le reemplaza su suplente o segundo al mando, mientras que en Estado Unidos es una verdadera elección, con varios candidatos, entre ellos la autoridad cuestionada.