sábado, 31 de agosto de 2013

Mentiras sobre el Yasuní III. "Sin compensación económica, la explotación del ITT es la única alternativa"


3) Dado el fracaso financiero de la iniciativa Yasuní-ITT, no hay alternativa a la explotación, a menos que se quiera mantener al país en la pobreza


Según el discurso del gobierno, la explotación del ITT generaría unos 18 000 millones de dólares, cifra muy superior a la compensación que se esperaba por la no explotación y que no se concretó (3 500 millones). Por lo tanto, la explotación del ITT tiene mucho más sentido, del punto de vista financiero, que el cumplimiento de la iniciativa Yasuní-ITT. Estos recursos son además, según el presidente, indispensables para la construcción de carreteras, hospitales, escuelas, alcantarillado y para cumplir con los objetivos del milenio de la ONU. Quienes se oponen a la explotación del ITT son, por ende, enemigos del progreso y burgueses egoístas que por su ecologismo infantil se niegan a compartir sus privilegios (como tener carro y agua caliente con gasolina y gas subvencionados respectivamente) con los más pobres, a quienes quieren mantener en su estado de miseria.

A continuación, vamos a desmentir este discurso, demostrando, en primer lugar, que los recursos generados por la explotación del ITT no son tan importantes como quiere hacer creer el gobierno, segundo, que existen alternativas financieras que permitirían ahorrar y recaudar más recursos que la explotación y, finalmente, que el plan del gobierno para explotar el ITT se basa en una visión errada del buen vivir, noción que, por el contrario, viene a cuestionar la concepción tradicional del desarrollo.


El valor real del crudo del ITT

Cuando, en el 2007, se institucionalizó la iniciativa Yasuní-ITT a nivel gubernamental, el gobierno estimaba que no explotar el ITT significaría renunciar a unos 7 000 millones de dólares. En ese entonces, el presupuesto del Estado era, justamente, de 7 000 millones de dólares.

Ahora, según el gobierno, la explotación del ITT generaría 18 000 millones. En primer lugar, esta cifra es probablemente una exageración destinada a dar pertinencia financiera a la explotación. ¿Cómo se pasa de una estimación de 7 000 a 18 000 millones de dólares? El precio del crudo ecuatoriano no se ha duplicado desde el 2007 como para justificar que se infle la cifra de los ingresos posibles. Tampoco han aumentado las reservas: en el 2007 el gobierno indicaba que los tres yacimientos contenían unos 900 millones de barriles de crudo, cifra que hasta ahora no ha cambiado. Entonces, si el aumento del precio no es tan sustancial y si las reservas no han crecido, no es posible que el valor generado por la explotación del ITT pase de una estimación de 7 000 millones en el 2007 a 18 000 millones hoy día.

En segundo lugar, aunque se admita que la explotación produzca efectivamente los famosos 18 000 millones, esta cifra representa apenas un poco más de la mitad (56%) del presupuesto del Estado para este año (32 000 millones). Esto significa que renunciar a explotar el ITT es un sacrificio proporcionalmente menor hoy día (poco más que medio presupuesto del 2013) que cuando el presidente instituyó la iniciativa (el 100% del presupuesto del 2007).

Finalmente, el Estado no va a percibir estos ingresos enseguida (a menos que se haga venta anticipada de petróleo a China), porque tendrá que esperar varios años hasta que se extraiga el primer barril de crudo y otros tantos hasta que el Estado recupere la inversión. Además la explotación del ITT durará muchos años. Si la actividad de los tres campos se extiende unos 25 o 30 año, el ITT generaría una media de alrededor de 600 o 700 millones de dólares al año (no más de 2% del presupuesto del Estado para este año).

¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestro patrimonio de manera irremediable por medio presupuesto del Estado repartido en 25 o 30 años?


Las alternativas financieras

Aunque el Ecuador no recibiera compensación económica por la conservación del ITT, existen varias alternativas a la explotación:

- Focalización inmediata del subsidio al gas a los sectores vulnerables, durante el 2014 y el 2015, antes de su eliminación, prevista por el gobierno para el 2016;

- Focalización del subsidio a la gasolina al transporte público únicamente o, al menos, tarificación progresiva de la gasolina mediante un sistema de cupos;

- Reducción en al menos un 50% del gasto del gobierno en viáticos y comunicación;

- Lucha contra la evasión tributaria y el fraude fiscal;

- Aumento de la tasa impositiva de los grandes grupos económicos, que nunca han sido tan prósperos como en estos últimos seis años.

Estas medidas pueden ser adoptadas de manera inmediata y entrar en vigencia, a más tardar, el 1 de enero de 2014. Todas juntas, permitirían al Estado ahorrar y ganar sumas muy superiores a la compensación que se esperaba por la iniciativa e incluso a los 18 000 millones que, según el gobierno, significaría la explotación, sin perjuicio de que el Ecuador siga recibiendo donaciones por la no explotación (aunque los compromisos hayan sido inferiores a lo esperado).

Centrémonos en dos ejemplos: el aumento de los impuestos a los grandes grupos económicos y la eliminación del subsidio al gas, en el que el Estado gasta, cada año, cerca de 3 500 millones de dólares.

Según el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES), los diez grupos económicos más grandes del país (Banco de Guayaquil, Banco del Pichincha, Grupo Eljuri, Grupo La Favorita, Andes Petroleum, etc.) solo pagan 4% de impuestos, cuando la carga fiscal media de los ecuatorianos es del 14%. Si se aumentara la tasa impositiva de estos grupos solamente a un promedio de 10%, se recaudaría más recursos que los producidos por la explotación del ITT (18 000 millones), en el mismo lapso de tiempo [1]. Los diez principales grupos económicos tienen ingresos por 12 000 millones de dólares, por lo que el aumento de los impuestos de 4 a 10% significaría una ganancia anual para el Estado de unos 720 millones al año. En 30 años (lo que duraría la explotación del ITT), esta medida produciría 21 600 millones de dólares. Esto suponiendo, además, que los ingresos de estos grandes grupos de mantengan en 12 000 millones al año en los próximos 25 o 30 años. En realidad, probablemente sigan con su tendencia al alza, lo que significaría una mayor recaudación tributaria. En suma, esta medida permitiría obtener más recursos que la explotación del ITT.

El subsidio al gas es socialmente injusto (los ricos pueden, por ejemplo, calentar sus piscinas con gas subvencionado), económicamente insostenible (el precio subvencionado no alcanza ni a cubrir los gastos de distribución, por lo que el subsidio absorbe ingentes cantidades de dinero público) y ecológicamente poco responsable (incita a un consumo abusivo de una energía no renovable).

El gobierno ya anunció que suprimirá el subsidio al gas en el 2016. Para esa fecha se espera haber generalizado el uso de calefones eléctricos para calentar el agua (ya se prohibió la importación de calefones a gas) y de cocinas de inducción que el gobierno quiere empezar a repartir en los estratos populares (como ya se lo hizo en las zonas fronterizas). 2016 es también la fecha prevista para la inauguración de todas las represas hidroeléctricas cuya conclusión aún está pendiente, como Sopladora, Toachi-Pilatón y, sobre todo, la Coca-Codo-Sinclair. Para ese entonces, la producción de electricidad podrá dar abasto a una población que se verá fuertemente incitada a calentar el agua y a cocinar con luz y no con un gas que se venderá al precio del mercado, en un contexto de reducción programada del kilowatio gracias a la abundancia de la producción.

En todo caso, aunque el gobierno ya haya pensado en la eliminación del subsidio al gas, hay una alternativa complementaria. Si bien no se puede, en las condiciones actuales, quitar el subsidio, lo que sí se puede hacer de inmediato es focalizarlo. Se podría mantener el subsidio hasta el 2016 sólo en los sectores más vulnerables como, por ejemplo, los beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano, los jubilados, los discapacitados y los afiliados al Seguro Campesino. Las clases medias y las clases más favorecidas están en capacidad de pagar un cilindro de gas a precio real (unos 8 a 12 dólares). Focalizar el subsidio al gas es una solución inmediata (no hay obstáculo para que se lo haga ya) que podría entrar en vigencia el 1 de enero de 2014 y que permitirá al Estado ahorrar mucho dinero hasta la supresión definitiva del subsidio en el 2016.

Con la focalización inmediata del subsidio al gas y su supresión en el 2016, el Estado ahorrará muchísimo más dinero que el que pretendía recaudar a través de la iniciativa Yasuní-ITT. El problema es que al gobierno, por el momento, solo se le ha ocurrido la supresión a corto plazo, pero no la focalización inmediata.


El sentido del sumak kawsay

Pero es necesario superar el debate puramente contable y las consideraciones financieras. La iniciativa Yasuní-ITT no se trata solo sobre lo rentable que puede llegar a ser conservar el medioambiente. La iniciativa viene a cuestionar la concepción tradicional del desarrollo.

La explotación de los recursos naturales no es una fatalidad si se ofrece alternativas a la gente. Tal vez el gobierno lo ignore, pero esas alternativas existen. La Fundación Pachamama, por ejemplo, lleva tiempo trabajando con comunidades cofanes en proyectos de protección de la selva. La Fundación incita a los cofanes a trabajar de guardabosques para luchar contra las actividades que atentan contra el ecosistema de sus territorios ancestrales, como la deforestación o la caza ilegal, oficio por el que pueden obtener una remuneración de hasta 500 dólares mensuales. Vendiendo la madera de un buen árbol podrían ganar, en cambio, de 600 a 900 dólares. Por supuesto, la segunda opción parece más rentable a corto plazo, pero con la primera al menos los cofanes preservan el lugar donde crecerán sus hijos y nietos. La propuesta de la Fundación Pachamama ha sido bien recibida por las comunidades cofanes, lo que demuestra que la gente está dispuesta a preservar el medioambiente si se le ofrece alternativas sólidas al modelo extractivo, aunque sean un poco menos rentables.

El gobierno tiene una visión errada del buen vivir. El sumak kawsay no consiste en multiplicar las autopistas, construir centros comerciales y favorecer el acceso de los ecuatorianos a los smartphones. Las comunidades indígenas de la Amazonía, aunque se encuentren entre los sectores más pobres del país, no piden carreteras y malls, sino que se respete el principio de la kawsak sacha (“selva viviente”) y sus proyectos de desarrollo comunitario (como en el ámbito del ecoturismo). Los pueblos ancestrales de la Amazonía tienen como prioridad el respeto del derecho a la vida, al agua, a una vida en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, en armonía con los derechos de la naturaleza, por encima del modelo capitalista y consumista de las grandes ciudades.

Por ende, es un error cuando el presidente opone la lucha contra la pobreza, la construcción de hospitales, escuelas, alcantarillado, carreteras y el cumplimiento de los objetivos del milenio de la ONU, a la conservación del medio ambiente. Es una falacia pretender que ambas preocupaciones se excluyen y que al defender los derechos de la naturaleza se los antepone a los derechos humanos. Por el contrario, al defender los unos, se defiende los otros.


En conclusión, el plan del gobierno para la explotación del Yasuní-ITT reposa sobre una concepción equivocada del buen vivir. El sumak kawsay no significa vivir mejor, sino vivir bien. Lo que no entienden las mentes neodesarrollistas y neoextractivistas del movimiento PAÍS es que, como ya lo ha señalado Alberto Acosta en varias ocasiones, el buen vivir no es una alternativa de desarrollo, es una alternativa al desarrollo.

jueves, 29 de agosto de 2013

Mentiras sobre el Yasuní II. "El gobierno cometió errores, pero no fueron determinantes"


2) El gobierno cometió errores, pero no fueron determinantes


Contrariamente a lo que señaló el presidente en la cadena nacional del 15 de agosto del presente año, el gobierno cometió muchos errores y estos fueron determinantes para el fracaso parcial de la iniciativa Yasuní-ITT.

En primer lugar, durante la sabatina del 9 de enero de 2010, el presidente se negó a firmar el acuerdo para la creación del fideicomiso internacional a cargo del PNUD para recibir los fondos, bajo el pretexto de que atentaba contra la soberanía del país. El presidente no entendió o no quiso entender cómo funciona un fideicomiso internacional. Se trata de una herramienta jurídica que garantice justamente que el gobierno ecuatoriano no haga cualquier cosa con el dinero recibido y lo utilice en proyectos de remediación ambiental, conservación del medio ambiente, desarrollo comunitario, economía social y solidaria, especialmente en la Amazonía. El presidente vio esto como una insoportable intromisión y amenazó a los donantes: si querían imponer esas condiciones al Ecuador, podían quedarse con su dinero y el país empezaría a explotar el ITT. En realidad, en la primera versión del fideicomiso, el Ecuador tenía mayoría, con tres delegados en la comisión directiva, mientras los donantes tenían dos.

La incapacidad del gobierno para entender el funcionamiento de un fideicomiso internacional y la arrogancia con la que trató a los donantes afectó gravemente a la credibilidad de la iniciativa en el exterior y motivó la renuncia de media Comisión negociadora: uno de los principales ideólogos de la Revolución ciudadana (Fánder Falconí) y ecologistas de renombre (Roque Sevilla, Yolanda Kakabadse) se retiraron de la Comisión como símbolo de protesta. A los pocos meses, se firmó un segundo fideicomiso, que no tenía diferencias sustanciales con la versión original. Todo quedó en un show mediático que buscaba dar puertas adentro la imagen de un gobierno firme, dispuesto a defender la soberanía del país, pero que puertas afuera arruinó la confianza que los donantes podían tener en la iniciativa Yasuní-ITT.

Pero el gobierno no se quedó ahí, sino que profundizó sus errores. Tras el exabrupto de la sabatina del 9 de enero de 2010, el presidente nombró a un nuevo equipo negociador, encabezado por una mujer con un cuestionable pasado político y completamente ajena a las temáticas ambientales: Ivonne Baki, porrista del TLC con Estados Unidos, exministra de Lucio Gutiérrez y organizadora de Miss Universo. Nombrar a semejante personaje al frente del proyecto más revolucionario del gobierno restaba toda credibilidad a la iniciativa.

Más allá de la composición del equipo negociador y de los vaivenes del presidente sobre el fideicomiso, el gobierno mantuvo actitudes contradictorias en torno a la iniciativa. Dos proyectos que el gobierno siempre buscó impulsar sin ningún empacho contradecían la iniciativa Yasuní-ITT: la construcción de la Refinería del Pacífico en Manta y los planes para la explotación del bloque 31, en pleno parque Yasuní, al lado del ITT.

En todos los informes sobre la Refinería del Pacífico, se prevé que la refinería tratará 100 000 barriles diarios provenientes del ITT. Aunque el gobierno desmienta estas cifras, no tiene sentido, en todo caso, realizar una inversión de unos 12 000 millones de dólares en una nueva refinería sin expandir la frontera petrolera del país, en el Yasuní o hacia la Amazonía centro-sur, ya que la producción petrolera se ha estancado en los últimos años. Esta contradicción levantó inquietudes entre los países donantes a las que los miembros de la Comisión negociadora tuvieron dificultad en responder [1].

Por otro lado, el gobierno nunca ocultó su voluntad de explotar el bloque 31. Sin embargo, esto plantea dos problemas que explicaremos a continuación: la explotación de bloque 31 solo tiene sentido si se explota el ITT al mismo tiempo, y la concesión otorgada por el Estado a Petroamazonas para el bloque 31 carece de valor jurídico.

La explotación del bloque 31 es contradictoria con la iniciativa Yasuní-ITT. En primer lugar, no se puede hacer campaña a nivel internacional sobre la conservación del ITT si se va a extraer petróleo del bloque 31, que se encuentra al lado y comparte las mismas carcterísticas biológicas que el ITT. En segundo lugar, la explotación del bloque 31 no tiene sentido sin la explotación concomitante del ITT, ya que el primero no dispone de reservas significativas de petróleo. Como lo señala la campaña Amazonía por la vida [2], si se explotara el bloque 31, la actividad extractiva decaería rápidamente de un pico de 30 000 barriles diarios hasta estabilizarse a alrededor de los 3 000 (según el informe de Petrobras, inicialmente a cargo del bloque). La explotación del ITT proporcionaría, en cambio, unos 100 000 barriles diarios por años y la producción no bajaría de 60 000 durante treinta años. Queda claro, entonces, que la explotación del ITT es mucho más rentable que la del bloque 31 y que la explotación de este último no tiene sentido sin la del primero. El plan del gobierno de extraer crudo del bloque 31 era una señal ambigua que mermó la credibilidad de la iniciativa Yasuní-ITT.

En un principio, la concesión del bloque 31 había sido entregada a Petrobras, pero tras la salida de esta empresa del país, fue reasignada a Petroamazonas. El problema es que el 80% del territorio del bloque 31 se encuentra en el parque Yasuní y que hasta tanto, se había aprobado la Constitución de Montecristi, que prohíbe expresamente la extracción de recursos naturales en áreas protegidas, a menos que el presidente reciba autorización de la Asamblea Nacional. Recién esta semana el presidente envió la petición para explotar el bloque 31 junto con el ITT (lo que confirma que la explotación de ambos bloques va de la mano), aunque desde hace tiempo, el gobierno ya ha estado interviniendo en el bloque 31, preparándolo para la explotación y causando estragos en el ecosistema de la zona, a pesar de no contar con la autorización del poder legislativo. Por ende, la concesión de Petroamazonas es ilegal. La Asamblea debe primero aprobar la explotación del bloque 31 para que el gobierno pueda luego otorgar la concesión a Petroamazonas.

Consciente de los problemas que plantea la explotación del bloque 31, María Paula Romo, tras su salida del movimiento PAÍS, propuso en dos ocasiones al pleno de la Asamblea Nacional, primero, que se revierta la concesión de Petroamazonas para el bloque 31 por ser anticonstitucional, segundo, que se incorpore el bloque 31 a la iniciativa Yasuní-ITT, ya que se encuentra principalmente en una zona protegida y su explotación no tiene sentido sin la del ITT.


En ambas ocasiones su moción no obtuvo mayoría, debido a la abstención de los asambleístas de PAÍS, temerosos de contradecir los planes del gobierno.

En materia de derechos humanos, las contradicciones del gobierno también saltan a la vista. Uno de los principales argumentos a favor de la iniciativa Yasuní-ITT es que se preservaría el territorio de los dos últimos pueblos indígenas en aislamiento voluntario del país, los Tagaeri y los Taromenane, tal como lo manda la Constitución de Montecristi (art. 57). Por si esto fuera poco, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió medidas cautelares en 2006 a favor de los pueblos no contactados del Ecuador, por la presión que sufrían sus territorios, cada vez más cercados por la extracción petrolera y la colonización. El gobierno se comprometió a cumplir estas medidas y diseñó un Plan de Medidas Cautelares para la Protección de los Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario, a cargo del Ministerio del Ambiente, con la supervisión del Ministerio de Justicia.

Sin embargo, en su fallido intento por reformar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el presidente Correa buscó retirar a la Comisión la facultad de dictar medidas cautelares para que solo lo pudiera hacer la Corte de San José, que tarda mucho más en tomar decisiones. Al fracasar su proyecto de reforma, el presidente anunció que no acataría más las medidas cautelares de la Comisión. No se puede a la vez hacer propaganda sobre una iniciativa que busca proteger a los pueblos en aislamiento voluntario conforme a la Constitución y las medidas cautelares de la CIDH y criticar la facultad de la CIDH de dictar medidas cautelares.

Los diversos incidentes que se registraron en los últimos años en torno a pueblos no contactados (la muerte de un maderero en 2008, de una familia de colonos en 2009, de los ancianos Waorani Ompore y Buganey en 2013, todas a manos de guerrero de pueblos aislados, y la masacre de Taromenanes por guerreros Waorani este año) restaban puntos a la iniciativa, ya que demostraban la incapacidad del Estado para proteger a los pueblos aislados. La indiferencia con la que el gobierno recibió la noticia de la masacre de Taromenanes en marzo de este año fue probablemente la negligencia que más daño le hizo a la iniciativa.

Finalmente, no tenía sentido hacer campaña por la iniciativa Yasuní-ITT para proteger a los grupos aislados cuyo territorio se encuentra parcialmente en el ITT y el bloque 31, mientras se expandía la frontera petrolera al este de la vía Auca-Tiwino, en el sector Armadillo, una zona donde hay aún más indicios de la presencia de aislados, como lo demuestran varios incidentes ocurridos en la zona (la muerte de madereros en 2005, 2006 y 2008 y la muerte de Sandra Zavala y sus dos hijos en 2009). A pesar de la evidencia, el gobierno negó la presencia de no contactados en la zona, y continuó con la licitación de bloques del sector, como el bloque Armadillo (55), violando la Constitución, que prohíbe sin excepciones la explotación de recursos naturales en el territorio de los pueblos no contactados (art. 57). En suma, si el Estado quería proteger a los pueblos en aislamiento voluntario, ¿por qué se buscaba proteger solo a los grupos del ITT y no a los del sector Armadillo, que se encuentran bajo mayores presiones exógenas (explotación petrolera, colonización, extracción ilegal de madera)?

En conclusión, ya quedó establecido que la iniciativa Yasuní-ITT no fue el fiasco financiero que dice el presidente. Pero si el gobierno no hubiera incurrido en todas las contradicciones que se mencionó, la suma recaudada sería netamente superior.




[1] Entrevista a Roque Sevilla, Contacto directo, 16 de agosto de 2013,

miércoles, 28 de agosto de 2013

Mentiras sobre el Yasuní I. "El mundo nos falló"


1) "El mundo nos falló". La iniciativa fue un fiasco financiero debido al egoísmo de los países desarrollados



No está claro lo que el presidente entiende por el “egoísmo de los países desarrollados”. Por supuesto, es deplorable la indiferencia total con la que recibieron la iniciativa Yasuní-ITT algunos países, como el Reino Unido y los Estados Unidos, que se encuentran entre los principales contaminadores del mundo. Pero varios de ellos, especialmente Alemania, Italia, España, Francia o Bélgica, la acogieron con entusiasmo y se mostraron dispuestos a comprometer todos los recursos posibles en medio de la crisis más grave de los últimos 80 años. El parlamento alemán, de hecho respaldó la iniciativa Yasuní-ITT por unanimidad. Los cinco partidos políticos presentes en el Parlamento votaron a favor, desde la derecha (CDU-CSU) hasta la izquierda radical (Die Linke), pasando por los socialdemócratas, los verdes y los liberales. ¿Es esto muestra del egoísmo y la hipocresía del mundo, especialmente de los países desarrollados?

El Ecuador tenía dos opciones para obtener dinero por el Yasuní: explotar el petróleo del ITT o recibir una compensación económica por dejarlo bajo tierra. En ambos casos, los beneficios para el Estado no son inmediatos, sino que tardan en llegar. En el caso de la explotación petrolera, habría que esperar probablemente unos cinco años para poder sacar el primer barril de petróleo y esperar algunos años más para que el Estado recupere la inversión y empiece a sacar beneficios. En el caso de la iniciativa Yasuní-ITT, las donaciones tampoco serían inmediatas, sino que se extenderían a lo largo de un periodo de trece años, de modo que la urgencia del presidente no tiene sentido. Se vuelve más difícil persuadir a los donantes si se multiplican los plazos, como se lo hizo en los últimos seis años, siempre bajo la amenaza de que si no se recaudaba una suma mínima, se procedería a la explotación del ITT. Como lo indica Roque Sevilla,

Hay países que no pueden decidir en plazos tan cortos. Los acuerdos entre gobiernos son más complejos que una conversación entre dos personas. Convenios de largo plazo que comprometen parte de un presupuesto, generalmente deben pasar por los parlamentos. Eso demanda tiempos muy distintos a los de un acuerdo pequeño [1].

Esto explica por qué la mayor parte de las donaciones eran compromisos y no dinero en cuenta corriente. El propio gobierno pidió que los pagos se hicieran en diferido.

Por otra parte, si, como dijo el presidente, el mundo nos falló al no aportar los fondos previstos en la iniciativa Yasuní-ITT, al explotar los tres campos nosotros le estaríamos fallando al mundo. En efecto, el gobierno repitió hasta la saciedad que la iniciativa buscaba evitar la emisión de gases de efecto invernadero. Estaba previsto que le explotación del ITT produjera más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, más o menos el equivalente de la emisiones anuales de Francia, es decir una cantidad no desdeñable. La iniciativa Yasuní-ITT reposaba sobre una doble responsabilidad: la de los países desarrollados, llamados a hacer aportes al fideicomiso, por ser los principales contaminadores del mundo y mantener una deuda ecológica con los países del sur; y la del Ecuador, país pionero al estar dispuesto a asumir su responsabilidad ambiental ante el resto del mundo, evitando importantes emisiones de CO2. A este respecto, Roque Sevilla señala, con razón, que:

El hecho de que los países del mundo no hayan aportado no quita la responsabilidad que nosotros tenemos sobre nuestros propios bienes. No tiene sentido alguno que nosotros dilapidemos nuestro bienes porque hay otros países que no se interesan en hacer los aportes [2].


Para terminar, enumeraremos las conclusiones de este análisis:

- Aunque los aportes concretos y los compromisos no hayan estado a la altura de las expectativas del gobierno, la suma recaudada no es desdeñable, sobre todo si se considera que el fideicomiso estuvo en funcionamiento apenas 3 de los 13 años previstos.

- La recaudación hubiera sido mayor si el gobierno no hubiera mantenido constantemente la amenaza del plan B y no hubiera incurrido en una serie de errores y contradicciones que se analizarán en la próxima entrega.

- Varios países hicieron un esfuerzo por contribuir con la iniciativa, entre los que se destacan Alemania e Italia.

- Aunque la suma recaudada fuera poca cosa, el supuesto egoísmo del mundo no quita responsabilidad a los ecuatorianos y las ecuatorianas sobre sus propios bienes, que son además patrimonio de la humanidad, ni sobre la huella ecológica que dejaría, a nivel mundial, la explotación del ITT en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. En otras palabras, que el mundo nos falle no significa que debamos fallarle al mundo.




[2] Entrevista a Roque Sevilla, Contacto directo, 16 de agosto de 2013,